De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, más de 420 millones de personas en todo el mundo viven con diabetes, y de ese número unos 9 millones de personas con diabetes de tipo 1 dependen de la insulina para sobrevivir, y unos 63 millones de individuos con diabetes de tipo 2 requieren insulina para su tratamiento. Muchas de estas personas requieren inyecciones diarias de insulina, un proceso que requiere conocimientos específicos, una administración precisa y, por supuesto, un gran nervio. ¿No sería bueno que alguien ideara una alternativa?

Eso es exactamente lo que hicieron recientemente un grupo de investigadores de la Universidad de Columbia Británica en Canadá. En lo que se describe como un “descubrimiento que cambia las reglas del juego”, lograron crear una tableta de insulina oral que se absorbe en el cuerpo de la misma manera que la versión inyectable. Aunque los resultados hasta ahora se limitan a estudios con ratas, los investigadores esperan que, con más tiempo, financiación y colaboradores, el proyecto pueda ampliarse a ensayos con humanos en el futuro, según cuentan en la revista Nature Scientific Reports.

“Estos emocionantes resultados demuestran que estamos en el buen camino para desarrollar una formulación de insulina que ya no tendrá que inyectarse antes de cada comida, lo que mejorará la calidad de vida, así como la salud mental, de más de nueve millones de diabéticos de tipo 1 en todo el mundo”, afirmó en un comunicado Anubhav Pratap-Singh, profesor adjunto de la facultad de sistemas terrestres y alimentarios de la UBC e investigador principal del proyecto. Las empresas farmacéuticas llevan años intentando crear una tableta de insulina eficaz, capaz de sustituir a las múltiples inyecciones diarias, pero hasta ahora se les ha escapado incluso a los expertos. El problema es que la insulina es un medicamento especialmente difícil de administrar por vía oral: es una proteína, y la mayor parte se descompone fácilmente en el estómago y los intestinos mucho antes de llegar al hígado, donde se necesita.

Así que, en lugar de desarrollar una píldora normal para que los pacientes se la traguen, los investigadores tomaron una táctica diferente: diseñaron una tableta que se disuelve entre la encía y la mejilla. En lugar de hacer llegar la insulina a las tripas de las ratas, este método utilizó la mucosa bucal: la fina membrana que recubre la parte interna de la mejilla y la parte posterior de los labios. Esta zona está llena de pequeños capilares, lo que significa que el fármaco puede eludir por completo el sistema digestivo y pasar inmediatamente al torrente sanguíneo. Desde allí, puede llegar al hígado sin acumularse ni descomponerse en el intestino. Según el estudio, incluso después de dos horas de administración, no encontraron nada de insulina en los estómagos de los animales, explicó Guo. “Estaba toda en el hígado y este es el objetivo ideal para la insulina: es realmente lo que queríamos ver”.

¿Otra de las ventajas? La píldora se absorbe al cabo de media hora y puede durar entre dos y cuatro horas. Incluso más allá de estos efectos específicos sobre la salud, el desarrollo de una tableta de insulina oral tiene otros beneficios importantes: podría tener importantes repercusiones en el costo de la misma, así como en la accesibilidad del medicamento, sin hablar del medio ambiente: habría muchos menos residuos medioambientales por las agujas y el plástico de la jeringa que podrían no reciclarse e ir a parar a los vertederos, lo que no sería un problema con un comprimido oral.

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