Willow
empathogen
Desde siempre, el privilegio de ser nepobaby puede abrirte muchas puertas y predestinarte a una carrera en el mundo del entretenimiento. Pero en el caso de Willow, denominarla como una sencilla nepobaby es hacerle un disfavor. Si bien ha crecido con la abrumadora fama de sus padres, a estas alturas podría haberla aplastado por completo, o haberla limitado a copiar el hip-hop mainstream de su papi y a hacer apariciones en la gran o pequeña pantalla. Pero está claro que esta joven se apresuró a salir de la sombra familiar, porque Willow desde muy joven ha buscado hacerse un nombre propio a fuerza de talento. Tras aparecer en la película I Am Legend con Will Smith a los 7 años, lanzó su primer single a los 10, Whip My Hair, con el sello de Jay-Z, Roc Nation. Pero su mundo ya iba mucho más allá del rap y el R&B, ya que su madre, la actriz Jada Pinkett Smith, era la vocalista del grupo nü metal Wicked Wisdom. Como resultado, Willow ha sabido cultivar muy bien su talento musical: hasta ahora no parece conoce fronteras musicales y prueba un nuevo género casi con cada álbum; y con solo 23 años, ya cuenta con una vasta discografía: seis álbumes de estudio.
Sus dos últimos, Lately I Feel Everything y Coping Mechanism, eran claramente un amalgamado de rock, pop-punk y emo. Pero ahora, la norteamericana quiso dar un giro completo y nos muestra todas sus capacidades con su producción empathogen. Como sabemos, Willow siempre está dispuesta a ampliar los límites de su arte, y nunca ha evitado ser abierta y sincera sobre cómo elige vivir su vida fuera de la música. Este espíritu se refleja en gran medida en su último álbum. “Creo que ahora mismo estoy en un momento de mi vida en el que me doy cuenta de que no hay destino, solo hay decisiones que tomamos cada día y que nos llevan por la vida. Quiero tomar la decisión cada día de ser más compasiva, de ser más honesta, de practicar mi instrumento con profunda presencia y tratarlo como una experiencia espiritual”, dice a Popsugar. “Este álbum es una expresión de mi llegada a ese entendimiento”, explica. A lo largo de su carrera musical de casi década y media, se ha movido con soltura por diversos espacios de género. Sin embargo, quienes hayan disfrutado con sus recientes incursiones en el pop-punk probablemente encontrarán aquí un cambio más drástico que cualquier riff de guitarra, pues estas doce canciones muestran otra faceta de su arte, y podríamos sin tapujo llamar este un álbum de jazz alternativo.
Incluso la carátula del álbum encarna ese enfoque: en la portada, Smith aparece sonriendo enfáticamente, con su afro y sus grillz destacando sobre un fondo de color tierra. Todo connota esa honestidad, ese entrar en sí misma. Smith afirma que era importante estar presente en su propio cuerpo durante todo el proceso de creación del álbum. Aunque no se tratara de una meditación tradicional con los ojos cerrados, se limitaba a sintonizar consigo misma de vez en cuando. El resultado es una docena de canciones cálidas, sensibles y quizás inesperadas. Solo una rebasa el límite de los cuatro minutos, y en un poco más de 30 minutos, Willow nos sumerge en un sirop delicioso en donde su voz es la protagonista. Y aunque no seas un fanático del jazz o no conozcas mucho sobre el género, podríamos decir que el secreto de este disco es sencillamente dejarse llevar. Con destreza rítmica y vocal, sobre todo en el formidable tema de apertura home, donde se superponen elegantes armonías vocales con Jon Batiste como invitado de lujo, Willow sabe tomarnos de la mano e invitarnos a sentir la temperatura del proyecto, sin olvidar hacer accesibles sus composiciones. Los con estribillos más pop y soul nos esperan en canciones como false self, antes de sumergirse de nuevo en un estilo 100% jazz en no words 1&2.
También sabe rodearse muy bien, pues además del feature de Batiste, la acompaña St. Vincent en la excelente pain for fun. A pesar de la suavidad y sedosidad de composiciones acústicas como ancient girl, los puntos fuertes de Willow como artista son evidentes a lo largo de la producción, que le da espacio para explorar y expandirse. Sus letras son a menudo confesionales y poéticas a la vez, y su voz se llena de resonancia emocional en tracks como down y symptom of life. El disco también nos regala una fusión pop-rock en between i and she, pero lo que nos queda claro es que parece no solo haber suido de nivel tanto en producción, letras y música, sino en labor misma como artista, algo que queda demostrado en la conmovedora b i g f e e l i n g s, un final tan grandioso como cualquiera de su discografía: Acceptance is the key / Acceptance gives me wings. Es perfecto cerrar el disco con una pista que enmarque de manera ideal su voz, para despedirnos con emoción y un hasta luego sonoro que te deja con ganas de más.
A estas alturas, ya sabíamos que Willow era capaz de salirse de los caminos trillados, pero su álbum empathogen es una sorpresa increíblemente bienvenida, gracias a su audacia, su maestría, su libertad, su elección de no tomar el camino fácil y llevarnos a una aventura musical personal y singular. Parece mentira que alguien de tan solo 23 años ya tenga en su haber seis álbumes, y que sea evidente que no ha perdido el tiempo con ninguno: no solo ha tomado caminos de auto exploración como persona y como artista, sino que Willow parece ofrecernos siempre una mejor versión de sí misma mientras experimenta como músico. Ya quisiera más de un nepobaby pretencioso tener la mitad del talento de esta joven artista que siempre sabe superar las expectativas.
Escucha empathogen en su totalidad a continuación.
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