Lady Gaga mata y resucita a Lady Gaga en la impresionante y oscura presentación en Coachella

Lady Gaga no ofreció un concierto en Coachella 2025. Ofreció una ceremonia. Bajo el sol despiadado del desierto californiano, con más de 40 grados aplastando a miles de almas delirantes, la diva neoyorquina se presentó como sacerdotisa y víctima, enterrando a su “yo” del pasado y renaciendo como un ente nuevo, más oscuro, más teatral, más libre. En una hora y media de pura intensidad, Gaga no solo estrenó en vivo su nuevo disco Mayhem, sino que hizo trizas la línea entre lo musical y lo performático. Fue arte, fue locura, fue una misa pagana con peluca rubia platino.
Desde el primer acorde, quedó claro que esto no sería un simple repaso de éxitos. Abrió con Abracadabra, rodeada de bailarines envueltos en gasas negras que la alzaron como si fuera una aparición. Luego vino el golpe más crudo: una versión en piano de Paparazzi mientras una réplica de su antiguo look de The Fame Monster ardía lentamente en el fondo del escenario. Gaga mató simbólicamente a la Lady Gaga del pasado ante nuestros ojos. Y lo hizo con estilo: botas de plataforma imposibles, maquillaje de ultratumba y una mirada fija que helaba la sangre.
Pero como buena maga del pop, no todo fue oscuridad. Hubo resurrección. Zombieboy, uno de los temas más provocadores de Mayhem, sirvió como ritual de renacimiento. Cada cambio de vestuario era una mutación, una nueva piel, un nuevo mensaje. Del látex al cuero, de lo gótico al glam, no dejó de reinventarse ni un solo segundo.
Y por supuesto, los clásicos no faltaron. Cuando sonó Bad Romance, el desierto se vino abajo. Miles de voces coreaban al unísono, como si intentaran exorcizar algo. Judas fue otro momento álgido, con Gaga crucificada en una estructura de acero mientras una lluvia artificial caía sobre el escenario. ¿Exagerado? Sí. ¿Demasiado? Nunca con ella. Si algo sabe hacer Lady Gaga es apropiarse del exceso y transformarlo en arte pop.
Coachella ha sido testigo de muchos shows históricos, pero el de Lady Gaga en 2025 ya está tatuado en la memoria colectiva de la cultura pop. Fue su regreso, sí, pero también fue una declaración: sigue siendo una fuerza imparable, dispuesta a morir y renacer cuantas veces haga falta. Y mientras lo haga con este nivel de espectáculo, que nos siga matando. Porque morir en una misa de Gaga, honestamente, suena como una buena forma de irse.
Despues de leer, ¿qué te pareció?
-
1Me gustó
-
-
4Lo amé
-
-
-
1Me confunde