Malalai Maiwand, reportera de Enikas Radio y TV, fue asesinada junto con su chofer, Mohammad Tahir, en su viaje matutino al trabajo en Jalalabad, la capital de la provincia oriental de Nangarhar en Afganistán, de acuerdo a la información publicada por The Guardian.

Según el portavoz de la Delegación del Gobierno de la provincia, Attaullah Khogyani, este es el tercer asesinato de un periodista en el país desde principios de noviembre. La autoridad señaló que decenas de hombres armados asaltaron el vehículo en el que Maiwand iba camino de los estudios de Enikass Radio y TV, en la ciudad de Jalalabad a las 07:10 de la mañana hora local, aunque también confirmó que ningún grupo ha reivindicado el atentado.

Su muerte se produce un mes después de que un destacado periodista del sur de Helmand, Elyas Dayee, y un prominente ex presentador de noticias de televisión en Kabul, Yama Siawash, murieran en atentados con coches bomba. Este año también ha visto a trabajadores de derechos humanos, académicos religiosos moderados y activistas de la sociedad civil ser asesinados en su vida cotidiana.

El gobierno afgano describió el asesinato de la periodista Maiwand como “totalmente despreciable”. Sediqi Sediqi, un portavoz del Presidente Ashraf Ghani condenó el asesinato, llamándolo “cobarde y atroz”, según reseña CNN.

“El gobierno afgano condena enérgicamente este hecho y transmite un mensaje de condolencia y simpatía a su familia y amigos. La actual violencia sin sentido contra nuestro pueblo debe terminar”.

Los talibanes negaron la responsabilidad de la muerte de Maiwand y no han reclamado los otros asesinatos. Pero los analistas aseguran que los ataques se han dirigido a personas que trabajan en profesiones o condiciones (incluyendo oficinas de género mixto) que los talibanes quieren reducir o abolir si recuperan el poder en Kabul.

Los talibanes restringieron gravemente los derechos de la mujer cuando gobernaron el Afganistán y, aunque han prometido a las mujeres que se les concederán sus derechos en virtud de la ley islámica, pero se han negado a especificar lo que eso significaría en la práctica. Aunque las mujeres han logrado enormes avances en el Afganistán desde el derrocamiento del régimen talibán en 2001, siguen luchando contra la discriminación generalizada, la violencia generalizada y, sobre todo en las zonas rurales, una lucha por el acceso a la educación, la atención de la salud y las oportunidades de trabajo.

“Con el asesinato de Malalai, el campo de trabajo de las mujeres periodistas es cada vez más pequeño y puede que los periodistas no se atrevan a continuar con su trabajo de la forma en que lo hacían antes”, aseguró Nai, una organización que apoya a los medios de comunicación en Afganistán, en un comunicado. Por su parte, la misión de las Naciones Unidas también condenó el asesinato, señalando que fue “particularmente impactante que le quitaran la vida en el Día Internacional de los Derechos Humanos”.

Malalai Maiwand era una conocida comentarista de cricket, aunque también realizaba labores de activismo en favor de los derechos de las mujeres y los niños, una labor que choca con los principios del Estado Islámico.

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